Continúo con esta serie de mis viajes a Bretagne, recopilando aquellos que no expuse en este blog.
Este primero corresponde a Morgat, el pueblecito donde voy todos los años a pasar unos cuantos días y desde donde me desplazo a diferentes lugares del Finisterre. Lo hice un día gris, muy habitual en la zona, lloviendo y protegiéndome debajo de una caseta que hacía agua por todos los lados. El problema, no es que la acuarela se moje, sino que nunca se seca y llegó empapada hasta el coche. La gente disfruta de la playa hasta los días que llueve.
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Este niño llamado Mateo, es el que todos los años espera impacientemente nuestra llegada. Salimos a dibujar juntos. Nos quiere con locura y nosotros a él.
Esta es la primera "Chambre d'hôte" donde vinimos a parar en la zona. Un pueblecito minúsculo y encantador, Roscanvel, con su pequeña playa, a muy pocos kilómetros del que vamos ahora: Crozon-Morgat. A esta casa bretona, por las mañanas venía al jardín algún cervatillo que al notar nuestra presencia desaparecía inmediatamente.
Otro pintoresco pueblo marinero llamado Le Fret, con barco regular a Brest todos los días, está también en la presqu'île (península) de Crozon.
Le fret, el pueblecito al fondo.
En Bretaña, en algunas zonas como esta, dejan que los barcos mueran tranquilamente desguazándose de forma natural en playas o cementerios como ya veréis en Camaret. Es una forma de darles una muerte digna.
En la misma península de Crozon, en el pueblo de Landévenet, está esta preciosa Iglesia, cuyos muros los rodea el mar cuando sube la marea. El espectáculo del cementerio rodeado de agua es bellísimo. Solo pude dibujar esta vista, desde el coche, porque fuera no paraba de llover. Cerrando la ventanilla y empapando de vaho el interior. Muy corriente en Bretaña.